Recuerdo que de pequeño
cuando soñaba despierto,
pensaba en cómo sería
sentir un amor del bueno,
de ese que da alegría,
de ese que no termina.
Unión firme y sincera
como dos piezas perdidas
de un mismo rompecabezas
y que el destino juntaría,
por azares de la vida,
entrando la primavera.
Recuerdo que esta mañana,
al verla a mi lado dormida,
comprendí que no era un sueño:
¡y me aferré a la pieza perdida
del rompecabezas de mi vida!
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