Fácil es morir, difícil es vivir: Una historia en la era del desastre

viernes, 7 de enero de 2011

Una historia en la era del desastre

Fresca tarde caía en Manhattan, "La Semana de la Moda Mercedes Benz" en NY… perdido de la muchedumbre solitaria me monto en mi Porsche GT, voy de prisa, como todos los demás. No había por cierto, ninguna razón para ello, pues nada mas tenía que hacer. Nadie me espera pero era cuestión de condicionamiento de hombre correr mi máquina. Recorrí las cuadras cortas desde Madisón hacia la Tercera Avenida, buscando un pequeño bar donde me refugio cuando visito esa Ciudad.
Anticipo el placer de estar ahí, al fin relajado y con el olor de mi trago de whisky y sin proyecto alguno, dejando amplio campo a la experiencia aleatoria, aunque con frecuencia no pasaba nada. Cambie mi trago de whisky por un martini-dry, sin limite. Observo una bonita melena castaña, tomando un martini, al segundo sorbo, voltea, me observa también. De manera informal y deliciosa tomaba la aceituna con la punta de los dedos y la mordía perezosamente en uno de sus extremos sintiendose atisbada la mujer en una mirada rápida y volvió a concentrarse en su trago.
Percibo en su rostro el celaje de una sonrisa. Rasgos faciales bien proporcionados, la grupa, destacaba por su posición sedestre en el banco de la barra, lucía sugestiva. Transcurrió algún tiempo y seguía sola, tuvimos otro intercambio de miradas. Ahora un trato mas cálido, me dieron animo para el abordaje. Bebimos lo mismo, feliz coincidencia que podía servir. de punto de partida, y así fue. Charlamos animadamente. El tiempo voló y llego la hora adecuada para cenar. La invite a un Restaurante Italiano próximo al bar. Durante la cena, como obra del azar, las manos se rozarón una y otra vez, terminando, al fin entrelazadas.
Afuera mientras caminabamos hacia mi máquina, nos dimos el primer, beso húmedo y profundo. No hubo resistencia ni algún melindre de parte de ella. Le sugerí que tomáramos la última copa en casa. Pero al llegar al minúsculo apartamento del cruce con la 96, la pasión no nos dio tiempo de preparar el trago anticipado, apenas cruzamos el umbral y cerramos la puerta, nos enredamos en un abrazo de sinuosidades vegetales, y en el sofá medios desvestidos consumamos la primera entrega.
Después volvimos hacer el amor, pero con calma y sosiego, recreándonos en sutilezas y exquisiteces. Cada uno bebio del otro en todas las fuentes y así varias veces cumplimos el tránsito hacia la eternidad, hasta la extenuación del cuerpo y del espíritu, hasta la postración conclusiva, pasando por estados de esperanza y tormento, entre lamentos y risas nos abrimos hacia el infinito una súplica de corazón, en un mar de amor, deleitable, sin fin.
Me desperté presa de una vaga ansiedad, gracias a un rayo de sol pero ella no yacía a mi lado, ni estaba en otro lugar del pequeño apartamento. Me confundí, busque aquí y allá alguna presencia de ella, quizá un mensaje, nada encontré. ¿Cómo podía haberse ido así, cuando anoche parecía tan dulce, tan entregada, tan enamorada?
Aumento mi sentimiento de desesperanza al comprender que solo sabía su nombre, al menos, el que ella había dicho que era su nombre, pero ni un dato mas. En fin, razone será su extraño juego, pasar por mi vida como un ensueño y utilizarme para su satisfacción de una noche.

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