Se me cayeron los párpados
al peso de la tristeza,
quise ver más abajo
y me dio miedo y frío.
Se me perdió la sonrisa
al roce de un alma en pena,
quise ver más adentro
y me dio escalofrío.
Se me nubló el sentimiento
al verte partir, esa mañana
se me murió algo por dentro.
Miré al fin hacia arriba
que es donde habitan los sueños,
busqué bien hondo en el centro
del alma.
Nunca vi al Ser que anhelaba
y aún así te sentía,
Dios siempre está a nuestro lado
aunque uno no vea nada.